Skaði la gigante

Caza de Skadi en las montañas

El gigante Thiassi, a quien Thor mató por el robo de Idunn y las manzanas mágicas, tenía una hija, Skaði (Skadi o Skade), que era una muchacha muy buena, en el sentido en que lo eran las gigantes. La mayoría de ellas eran criaturas malhumoradas, rencorosas y crueles, que solo deseaban hacer daño a los dioses y a todos los que eran buenos.

Pero Skaði era diferente. Más fuerte que el odio de su raza hacia los Æsir, más fuerte incluso que su deseo de vengarse por la muerte de su padre, era su amor por Baldr el Hermoso, el orgullo de todos los dioses. Si no hubiera sido una gigante, podría haber esperado que él también la amara; pero sabía que nadie que viviera en Asgard tendría jamás una buena opinión de su raza, la cual había causado tantos problemasa Baldr y a sus hermanos. Sin embargo, después de que su padre fuera asesinado por los Æsir, Skaði tuvo una sabia idea.

Skaði se puso el yelmo y el corselete y partió hacia Asgard, con la intención de pedir un noble precio para pagar el dolor por la muerte de Thiassi. Los dioses, estaban sentados en el Valhalla disfrutando alegremente de un banquete en honor del regreso seguro de Idunn cuando Skaði, haciendo ruido con el acero, entró en medio de ellos.

Heimdal el vigilante, asombrado ante la visión, había dejado pasar a esta doncella guerrera por el puente del arco iris. Los Æsir se apresuraron a dejar sus copas, y la risa se les apagó en los labios; pues aunque parecía hermosa, Skaði era una figura terrible en su armadura de plata y con su lanza, tan larga como el mástil de un barco, blandida en su mano gigante.

Las nueve valquirias, las guerreras doncellas de Odín, se apresuraron a ponerse sus propios cascos y escudos, pues no querían que esta otra doncella, diez veces más enorme, las viera esperando mansamente en la mesa, mientras ellas tenían vestidos de batalla tan finos como los de ella para mostrarle a la extraña.


“¿Quién eres, doncella, y qué te trae por aquí?” preguntó el Padre Odín.
“Soy Skaði, la hija de Thiassi, a quien tu gente ha matado”, respondió ella, “y vengo aquí en busca de reparación”.


Al oír estas palabras, el cobarde Loki, que había asistido a la matanza de Thiassi, se agachó detrás de la mesa; pero Thor, que había cometido la matanza, se enderezó y apretó los puños con fuerza. No temía a ningún gigante, por feroz que fuese, y aquella doncella con su escudo y su lanza no hacía más que enfurecerlo.


“Bien, Skaði”, dijo Odín con gravedad, “tu padre era un ladrón y murió por sus pecados. Robó a la bella Idunn y sus manzanas mágicas, y por ese crimen murió, lo cual era justo.

Sin embargo, ya que nuestra justa acción te ha dejado huérfana, Skaði, te concederemos una recompensa, para que estés en paz con nosotros; pues no es apropiado que los Æsir se peleen con las mujeres.

¿Qué es lo que pides, oh Skaði, como consuelo por la muerte de Thiassi?”.


Skaði parecía una huérfana capaz de cuidar de sí misma, y así lo demostró con sus siguientes palabras. “Pido dos cosas”, dijo sin dudar un instante: “Pido el marido que elegiré de entre vosotros; y pido que me hagáis reír, pues hace muchos días que la pena no me deja disfrutar de una sonrisa”.


Ante esta extraña petición, los Æsir se mostraron asombrados, y algunos de ellos parecían más bien sobresaltados; pues es de suponer que ninguno de ellos quería como esposa a una gigante, por muy hermosa que fuera.

Juntaron sus cabezas y consultaron largamente si debían o no conceder a Skaði sus dos deseos.


“Aceptaré hacerla reír”, sonrió Loki; “¡pero supongamos que me eligiera como esposo! Ya estoy casado con una gigante”.

“No temas por eso, Loki”, dijo Thor; “estuviste demasiado cerca de ser la causa de la muerte de su padre como para que ella te ame demasiado. Tampoco creo que me elija a mí, así que estoy a salvo”.
Loki rió entre dientes y se alejó para pensar en una forma de hacer reír a Skaði.

Finalmente, los dioses acordaron que Skaði eligiera a uno de ellos como esposo; pero para que todos tuvieran una oportunidad justa de perderse este honor que nadie codiciaba, debía elegir de una manera curiosa. Todos los Æsir se pondrían en fila detrás de la cortina que se corría al final de la sala, de modo que Skaði solo viera sus pies; y únicamente por sus pies Skaði elegiría al que sería su marido.

Skaði estaba muy dispuesta a aceptar, pues se dijo a sí misma: “Seguro que conoceré los pies de Baldr, pues serán los más hermosos de todos”.


Entre risas nerviosas por este nuevo juego, los Æsir se colocaron en fila detrás de la cortina púrpura, mostrando sólo su línea de pies por debajo del borde dorado.

Allí estaban el padre Odín, Thor y Baldr su hermano; allí estaba el viejo Njörd el rico, con su hermoso hijo Freyr; Tyr el audaz, Bragi el poeta, el ciego Höd y Vidar el silencioso; Vali y Ull los arqueros, Forseti el sabio juez y Heimdal el vigilante de dientes de oro.

Sólo Loki, de todos los Æsir, no estaba allí; y Loki fue el único que no tembló mientras Skaði caminaba arriba y abajo por el pasillo mirando la hilera de pies.

Arriba y abajo, adelante y atrás, iba Skaði, mirando atentamente; y entre todos aquellos pies calzados con sandalias había un par más blanco y hermoso que el resto.

“¡Seguro que son los pies de Baldr!”, pensó, mientras su corazón latía ansioso bajo el corselete de plata. “¡Oh, si acierto, el querido Baldr será mi marido!”.

Se detuvo confiada ante el par de pies más hermosos y, señalándolos con su lanza, exclamó: “¡Elijo aquí! Pocos defectos se encuentran en Baldr el Hermoso”.

Detrás de la cortina se oyó un grito de risa y salió corriendo, no el joven Baldr, sino el viejo Njörd el rico, rey del viento oceánico, padre de los hermosos gemelos Freyr y Freyja. Skaði había elegido los hermosos pies del viejo Njörd, y a partir de entonces él debía ser su esposo.

Njörd estaba poco complacido; pero Skaði estaba desconsolada. Su rostro se alargó y se entristeció más que antes cuando él se acercó y le cogió la mano enfurruñado, diciendo: “Bien, voy a ser tu marido, entonces, y todas mis riquezas almacenadas en Noatûn, el hogar de los barcos, van a ser tuyas. Tú habrías elegido a Baldr, ¡y ojalá esta suerte hubiera sido suya! Sin embargo, ahora no se puede evitar”.

“No”, respondió Skaði, frunciendo el ceño, “el trato aún no está completo. Ninguno de vosotros me ha hecho reír. Estoy tan triste ahora, que será una broma muy alegre la que pueda arrancar una carcajada de mi pesado corazón”. Suspiró, mirando a Baldr. Pero Baldr solo amaba a Nanna en todo el mundo.

Justo entonces salió Loki, montado en uno de los corceles cabríos de Thor; y el tipo de la barba roja hizo cosas tan ridículas con la cabra, que pronto no sólo Skaði, sino todos los Æsir y el propio Njörd se agarraron el costado de la risa.

“¡Justo vencedor, justo vencedor!” gritó Skaði, secándose las lágrimas de los ojos. “Estoy vencida. No olvidaré que es a Loki a quien debo esta última broma. Algún día me despediré de ti, bromista rojo”. Y esta amenaza la cumplió al final, el día del castigo de Loki.


Skaði se casó con el viejo Njörd, ambos sin querer; y se fueron a vivir entre las montañas, a la casa de Skaði, que en otro tiempo había sido el palacio de Thiassi, donde había encerrado a Idunn en una celda. Como se puede imaginar, Njörd y Skaði no vivieron felices para siempre, como el príncipe y la princesa buenos del libro de cuentos.

En primer lugar, Skaði era una gigante, y creo que hay pocas personas que puedan vivir felices con una gigante. Segunda razón, ella no amaba a Njörd, ni él amaba a Skaði, y ninguno de los dos olvidaba que la elección de Skaði había sido una pena para ambos. Pero la tercera razón era la más importante de todas, y se debía a que Skaði y Njörd no se ponían de acuerdo sobre la locación en la cual debería ser su hogar.

A Njörd no le gustaba el palacio montañoso del pueblo de Skaði, el lugar donde los vientos rugientes se precipitaban sobre el mar y sus barcos. El mar y sus barcos eran sus amigos, y él quería vivir en Noatûn, donde tenía más riquezas que nadie en el mundo, donde podía gobernar el viento fresco del mar y domar el océano salvaje, accediendo a las plegarias de los pescadores y los marinos, que amaban su nombre.

Finalmente, acordaron morar primero en un sitio y luego en el otro, para que cada uno pudiera ser feliz a su vez. Durante nueve días permanecieron en Thrymheim, y luego pasaron tres en Noatûn.

Pero ni siquiera este arreglo pudo traer la paz. Un día tuvieron una terrible pelea. Fue justo después de que bajaran de la casa de Skaði en la montaña para pasar tres días en el palacio marítimo de Njörd, y él estaba tan contento de haber vuelto que gritó:

“¡Ah, cómo odio tus colinas! ¡Qué largas parecían las nueve noches, con los lobos aullando hasta el amanecer entre las oscuras montañas del País de los Gigantes! Qué discordia comparada con los cantos de los cisnes que navegan por mi querido, querido océano!”. Así de grosero se burló de su esposa; pero Skaði le respondió con ánimo.

“Y yo… no puedo dormir junto a tus ondulantes olas, donde los pájaros siempre llaman, cuando vienen de los bosques de la orilla. Cada mañana el grito de la gaviota me despierta a una hora intempestiva. No me quedaré aquí ni tres noches. No me quedaré”.

“Y no quiero más de tus ventosas cumbres”, rugió Njörd, fuera de sí de rabia. “¡Vete, si quieres! Vuelve a Thrymheim. No te seguiré, tenlo por seguro”.

Así que Skaði regresó sola a sus montañas y habitó en la casa vacía de Thiassi, su padre. Se convirtió en una poderosa cazadora, veloz con los esquís y los patines de hielo que llevaba atados a los pies. Día tras día recorría las montañas cubiertas de nieve, arco en mano, para cazar a las bestias salvajes que por allí deambulaban.

La llamaban la “diosa del esquí”, y nunca más volvió a los salones de Asgard. Vivió sola en la tierra fría, cazaba con ahínco, guardando siempre en su corazón la imagen de Baldr el Hermoso, a quien amaba, pero a quien había perdido para siempre por su desafortunada elección.

Imágenes

Título: Skadi Hunting in the Mountains
Autor: “H. L. M.”
Fuente: Wikipedia
Licencia: Dominio público

Título: Njörðr and Skaði on the way to Njörðr’s home Nóatún
Autor: Friedrich Wilhelm Heine (1845-1921)
Fuente: Wikipedia
Licencia: Dominio público

Título: Njörðr en una ilustración de una edición de la Edda poética de 1893
Autor: Fredrik Sander
Fuente: Wikipedia
Licencia: Dominio público

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